jueves, 24 de abril de 2008

"DESAMPARADOS - SOLEMNE MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS"


Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y la Fervorosa y Venerable Hermandad de Nuestra Señora de los Desamparados y Santa Teresa de Jesús Jornet, consagrán en honor y a la mayor gloria de

Santa Teresa de Jesús Jornet

Patrona de la ancianidad y Fundadora de la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Solemne Misa de Acción de Gracias con motivo del 50 Aniversario de su Beatificación.


Tendrá lugar el Domingo 27 de Abril de 2008, a las 18.00 h., en la Iglesia de Ntra. Sra. de los Desamparados, siendo concelebrada por todos los sacerdotes de la Villa y estando presidida por el Excmo. y Rvdmo.

MONSEÑOR JUAN JOSÉ ASENJO PELEGRINA

Obispo de la Diócesis de Córdoba

Durante la celebración de la eucaristía intervendrá una Coral de voces mixtas.


viernes, 18 de abril de 2008

"LA COMUNIÓN EN CASA DEL ENFERMO"


Algunos enfermos y ancianos se sienten relegados de la comunidad y la familia. Ya no pueden asistir diariamente a la iglesia, ni siquiera el domingo. Necesitan por tanto un acompañamiento pastoral más cercano y adaptado. Los sacerdotes no pueden atenderlos en domingo, ni en la hora más acomodada al enfermo. Para que el gran don de la comunión eucarística estuviera al alcance de todos, la Instrucción “Inmensae charitatis” establecía la posibilidad de instituir ministros extraordinarios de la comunión para los enfermos, y en casos extraordinarios también en el templo.

Hoy día y en algunos contextos sociales, el sacerdote o el diácono aún llevan la Eucaristía en procesión al enfermo, usando un alba, o sotana y sobre­pelliz, con una estola blanca y el paño humeral. Puede acompañarle un acólito u otra persona llevando una vela. Es tradicional tocar una cam­pana para avisar que se está llevando la Eucaristía.

Aunque es muy bueno que no se olviden estas tradiciones, en sociedades pluralistas, en la práctica actual, el sacerdote, diácono o persona autorizada –ministro extraordinario de la comunión, tanto varón como mujer– lleva con reverencia la Eucaristía a los enfermos sin ceremonia pública, vistiendo su traje ordi­nario. Utiliza, si es ministro ordenado, una «estola de bolsillo» que debe ser preferiblemente reversible: de color blanco por un lado, y morada por otro porque el sacramento de la Penitencia es parte del ministerio con los enfermos. Lleva la Eucaristía en una píxide, que puede transportarse dentro de una bolsa de cuero o de algún otro material fino y debe haber sido bendecida. Esta bolsa, unida a una cadena o cordón, se pone alrededor del cuello y se introduce en el bolsillo interior. El sacerdote también debe llevar un pequeño corporal, un purificador (ambos, generalmente, se mantienen doblados dentro de la bolsa de la píxide), un pequeño recipiente con agua bendita y el libro del ritual de la comunión a los enfermos. La píxide debe purificarse después de cada uso.

El sacerdote se debe poner la estola de bolsillo antes de arrodillarse y tomar la Eucaristía del sagrario para depositarla en la píxide. Después, debe ir directamente a la casa del enfermo, sin entretenerse en otros asuntos mientras lleve la Eucaris­tía. Debe ser consciente de la importancia de la sagrada responsabilidad que le ha sido encomendada.

En la habitación del enfermo, sobre una mesa o una silla próxima a la cama, se debe preparar lo siguiente: un mantel (un crucifijo, si es posi­ble), una vela (o velas), un vaso de agua (un acetre de agua bendita y un hisopo para asperger si el sacerdote o diácono no traen agua ben­dita). Se pueden poner flores frescas encima de la mesa. Estas prepa­raciones se pueden modificar en caso de emergencia, o de condiciones difíciles. Es muy bueno que el enfermo sepa exactamente cuándo va a llegar el sacerdote o diácono. Recordar que los enfermos están exentos del ayuno eucarístico de una hora.

Al llegar, el celebrante se dirige directamente a la habitación del enfermo. Como es costumbre, por reverencia a la Eucaristía, el celebrante no debe ini­ciar una conversación con los de la casa hasta que se haya terminado el rito. Primero saluda al enfermo y a los presentes, según las fórmulas del ritual. Después toma el corporal, lo desdobla y lo pone sobre la mesa, deposita la píxide sobre la mesa y se arrodilla. En este momento todos los presentes deben arrodillarse en adoración durante un breve espacio de tiempo.

Entonces, el celebrante puede asperger al enfermo y a los presentes con agua bendita, mientras dice alguna de las fórmulas previstas por el ritual. Si el celebrante es un sacerdote, se puede celebrar el sacramen­to de la Penitencia, en cuyo caso los presentes deben abandonar la habi­tación mientras dure la confesión. Si la persona enferma no necesita el sacramento, se continúa con el rito penitencial.

Después sigue una breve liturgia de la palabra. El celebrante u otra per­sona lee algunos versos sugeridos por el ritual. A continuación hay un momento de silencio; luego, el celebrante puede explicar brevemente las lecturas, comentando la aplicación que tienen a las necesidades del enfermo y de los que le cuidan. Si el celebrante tiene que visitar a varios enfermos, esta parte del ritual se puede reducir a recitar con reverencia un verso eucarístico de la Sagrada Escritura.

El rito de la Comunión comienza con la oración del Señor, el Padrenuestro. Después, el celebrante hace una genuflexión, abre la píxide, toma la Hostia, que sostiene sobre la píxide abierta, y la muestra al enfermo diciendo: «Este es el Cordero de Dios...» u otro texto aprobado. Una vez que todos los presentes han respondido: «Señor, no soy digno...», el celebrante admi­nistra la Eucaristía al enfermo y a los que están presentes y quieran recibir al Señor. El celebrante u otra persona puede ofrecer un poco de agua si alguno tiene dificultad para tragar la Hostia. Si el enfermo tiene dificultad en la deglución se puede prever que tome la Sangre del Señor.

Después de administrar la Comunión, el celebrante deposita la píxide sobre la mesa, la cierra y hace una genuflexión si todavía queda alguna Hostia. Si está vacía, echa un poco de agua en la píxide y purifica sus dedos. Si es necesario, consume la ablución y seca la píxide con el puri­ficador. Y luego la guarda con los lienzos en la bolsa.

Se pueden tener unos breves minutos de silencio. A continuación, el celebrante dice: «Oremos» y, si no hubo un momento de reflexión previo hace una pausa para rezar en silencio. Después dice una de las oraciones ­ de la Comunión. Finalmente, da una de las bendiciones previstas en el ritual. Sin embargo, si todavía está el Santísimo Sacramento en la píxide, hace una genuflexión, toma la píxide y dirigiéndose al enfermo y a los presentes, hace la señal de la cruz lentamente sin decir nada. Cuando se imparte la bendición eucarística, todos deben estar arrodillados en actitud de oración.

Nota: Píxide es un copón o caja pequeña en que se guarda el Santísimo Sacramento o se lleva a los enfermos.


miércoles, 16 de abril de 2008

"ROMERÍA DE SAN MARCOS"

SANTA MISA

El Sábado 19 de Abril, a las 21.00 h, tendrá lugar en la Iglesia de la Asunción (Hospital) Santa Misa en honor de San Marcos con motivo del día de su onomástica el próximo día 25 de Abril. Durante la celebración litúrgica se llevará a cabo una ofrenda floral y se intenpretarán cantes a cargo de los cantaores flamencos locales Francisco Baena "Frasquito" y Miguel Angel Garrido, acompañados a la guitarra por Víctor Serrano.


ROMERÍA

Posteriormente, el día 20 Abril, Domingo, tendrá lugar la Romería con la Sagrada Imagen de San Marcos. A las 10.00 h saldrá la Hermandad acompañando a su Titular desde la Iglesia de la Asunción (Hospital) hasta llegar al Parque Forestal "Príncipe de Asturias", situado en la zona de "El Garrotalillo". Durante la procesión romera acompañará el Coro "Virgen de la Estrella".

El itinerario que seguirá la Hermandad es el siguiente: Aguilar, Veracruz, Adriana Morales, Plaza del Romeral, Avda. Susana Benítez, Poeta García Lorca, Industria y Parque Forestal "Príncipe de Asturias".

martes, 8 de abril de 2008

"SOLEMNTE TRÍDUO Y FUNCIÓN DE LA HDAD. DEL ROCÍO"


SOLEMNE TRÍDUO Y FUNCIÓN DE REGLA

La Hermandad filial de Ntra. Sra. del Rocío de Puente Genil celebra en honor de su excelsa titular Solemne Tríduo durante los días 9, 10 y 11 de Abril en la Iglesia de Santiago el Mayor de Miragenil a las 20.30 h.

El Sábado 12 a las 20.30 h. tendrá lugar la Solemne Función de Regla.

martes, 1 de abril de 2008

"EL ESPÍRITU DE LA LITURGIA"

En primer lugar tendría que decir que, si importante es hacer las cosas bien más importante es saber el sentido que tiene, vivirlas. Toda la Liturgia está llena de símbolos y gestos que pretenden acercarnos al contenido, que significan algo y que no se hacen por capricho. Lejos de mi intención pensar que la Liturgia es una serie de actos y ceremonias como algunas personas podrían pensar. En la acción litúrgica no estamos ante una representación o función teatral donde el incienso equivaldría a los llamados “efectos especiales”. La Liturgia es ante todo el ejercicio del sacerdocio de Cristo y mediante los actos litúrgicos Cristo se hace de nuevo presente entre nosotros. No cabe duda de que la liturgia actual, fruto de una evolución histórica, recoge elementos que nos ponen en comunión con generaciones pasadas de cristianos.
Pero si los actos litúrgicos no son un teatro es porque encierran una pedagogía, mejor llamada una mistagogía que no se debe despreciar o infravalorar. Me apena comprobar como existe una amplia corriente dentro del clero que demuestra escaso aprecio a la Liturgia y que con el pretexto de “lo pastoral” desaprovechan las riquísimas oportunidades que ofrece la Liturgia para catequizar. Es más, yo afirmaría que no hay mejor pastoral que una Liturgia bien hecha, rica y participativa tal como el Vaticano II en la Sacrosanctum Concilium dispone. En definitiva, la liturgia de la cual forma parte el culto no es más que la historia de los acontecimientos salvíficos y el ejercicio del sacerdocio de Cristo. En ningún caso debe considerarse la liturgia ni como la parte externa y sensible del culto divino ni como un conjunto de leyes y preceptos que reglamentan los ritos sagrados. El escaso aprecio que a veces se detecta en algunos sectores del clero y de los fieles por la Sagrada Liturgia entiendo que se debe a la falta de asimilación de lo que en realidad significa la acción litúrgica, queriendo, con excusas de tipo pastorales u otras más peregrinas referidas a la libertad y creatividad, escamotear a los fieles el derecho que tenemos a que se respeten sus signos y sus significados universales.

La liturgia, que emplea un lenguaje simbólico, se vale de fórmulas litúrgicas (lecturas bíblicas, salmos, letanías, cánticos, doxologías, himnos, colectas, etc), de materias litúrgicas (pan, vino, agua, sal aceite, ceniza, fuego, cera, ramos de flores, incienso) y de actitudes y gestos (postraciones, genuflexiones, imposición de manos, señal de la cruz, elevación de manos, etc). Todos estos elementos tienen detrás un significado profundo, nada se hace por capricho.

Una adecuada formación al cuerpo de acólitos implica conocimientos básicos de Liturgia. Es fácil encontrar a hermanos de nuestras cofradías e incluso acólitos que no tienen muy clara las partes de la Misa como detecto en las charlas que imparto. Probemos a hablar de la oración colecta, plegaria eucarística u otra oración y veremos que hay muchas dificultades para situarlas dentro de la Misa. Ritos iniciales, Liturgia de la Palabra, Liturgia eucarística y ritos finales de despedida son partes que se deben conocer con exactitud. Después vendría explicar el significado de lo que se hace y por qué.
El incienso, resina de olor agradable, expresa respeto y reverencia hacía un símbolo y es asimismo ofrenda de los creyentes para con Dios. Durante la Misa las incensaciones se dirigen a los símbolos sacramentales de la presencia del Señor: altar, cruz, evangelio, presidente, asamblea (pueblo de Dios), al Pan y al Vino consagrados.
La luz que producen las velas de los ciriales son signos de respeto, como expresión de veneración o de celebración festiva nos dice el Misal. Las tinieblas son signos de error, de esclavitud.
La inclinación indica reverencia y honor a las personas o a lo que representan y puede ser de dos tipos: inclinación de cabeza e inclinación de cuerpo o profunda que se hace desde la cintura. La inclinación de cabeza se le hace al nombre de Jesucristo, de la Virgen y del santo en cuyo honor se celebra la Misa. Se debe hacer reverencia profunda en el Credo o Símbolo al iniciarse las palabras “ Y por obra del Espíritu Santo...” arrodillándonos si es la Solemnidad de Navidad o la fiesta de la Anunciación del Señor. Asimismo la bendición presidencial que concluye la Misa se debe recibir con inclinación de cabeza.
La inclinación de cuerpo o reverencia profunda se le hace al altar cuando no está allí el Santísimo; también se debe hacer inclinación profunda cada vez que se sirva al obispo o se pase por delante de él; se hace antes y después de las incensaciones y en algunas otras ocasiones en que está dispuesto. Deben hacer inclinación profunda al altar que simboliza a Cristo y no al sacerdote, como equivocadamente se hace a veces, todas aquellas las personas que suban al presbiterio para realizar alguna función como por ejemplo los lectores o los que van a hacer las peticiones de la Oración Universal de los Fieles, que vulgarmente llamamos preces, tanto al llegar como al marcharse. Igualmente los acólitos cuando, una vez dejado los ciriales en el sitio adecuado, se retiran a sus sitios y asimismo cuando vayan de nuevo a por ellos. Aprovechamos para reiterar que los acólitos que portan algo en las manos (por ejemplo los ciriales) deben abstenerse de genuflexiones y reverencias.

La genuflexión se hace siempre con la rodilla derecha llevándola hasta el suelo y significa adoración. Por ser signo de adoración está reservada al Santísimo Sacramento y a la Santa Cruz en la liturgia del Viernes Santo. No se debe hacer genuflexión a imágenes y mucho menos si son de santos o marianas por mucha devoción que las tengamos.

En definitiva, que los actos externos deben responder al sentimiento interno. Termino con una cita de nuestro actual papa, Benedicto XVI: “La verdadera formación litúrgica no puede consistir en el aprendizaje y ensayo de las actividades exteriores, sino en el acercamiento a la actio esencial, que constituye la liturgia, en el acercamiento al poder transformador de Dios que, a través del acontecimiento litúrgico, quiere transformarnos a nosotros mismos y al mundo. Claro que, en este sentido, la formación litúrgica actual de los sacerdotes y de los laicos tiene un déficit que causa tristeza. Queda mucho por hacer”.


BIBLIOGRAFÍA:
ALDAZABAL, José, Gestos y Símbolos, Centre de Pastoral Litúrgica, Dossier CPL nº 40, Barcelona, 1997.
LUENGO MENA, Jesús, Los cultos en las Cofradías de Sevilla. Manuel de Liturgia para cofrades, Marsay Ediciones, Sevilla, 2001.
RATZINGER, Joseph, El espíritu de la Liturgia. Una introducción, Ediciones Cristiandad, 2001.